Otra de las confusiones viene dada por la comparación entre lo que es un líder y un jefe.
Un jefe impone y ordena, aunque sea de muy buenas maneras o incluso de forma sutil. Así, el jefe suele generar un rechazo hacia esa imposición, aunque sea inconsciente, en quienes se consideran sus subordinados.
Un líder, por el contrario, convence al otro de que lo que propone es lo mejor para todos y alcanzar el objetivo tendrá recompensas, aunque sean intangibles. Así, el que lidera y no ordena, genera en el otro una sensación de ser parte de algo, de resultar útil y necesario. No se siente un subordinado sino un colaborador.